lunes, 30 de julio de 2012


CANCIÓN  PROTESTA  EN  LATINOAMERICA

En latinoamérica los años 60,70 y 80 sería también la época de mayor auge de la canción protesta, con artistas en Argentina como Nacha Guevara, Mercedes Sosa, León Gieco, Manuel Monestel o Ignacio Copani. En Uruguay también el famoso Canto Popular con artistas uruguayos como Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Anibal Sampayo, Tabare Etcheverry, Numa Moraes, Los Olimareños, Los Zucará, Pablo Estramín entre otros. En Chile surgirá el movimiento de la Nueva Canción Chilena, con Víctor Jara, Violeta Parra, Isabel Parra, Ángel Parra, Inti Illimani, Quilapayún, Sol y Lluvia, entre otros. Estos movimientos de canción protesta tendrán posteriormente una influencia decisiva en algunos de los intérpretes de canción protesta en España.

En ocasiones algunos de estos cantantes estarán directamente ligados a partidos políticos, llegando a asumir casi el papel de "cantante oficial" del partido; tal es el caso de Alí Primera (ligado al Partido Comunista de Venezuela) o Víctor Jara (ligado al Partido Comunista de Chile). En Cuba Carlos Puebla, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez harán canción de corte propagandístico de la Revolución Cubana, y ya en los años 80, Carlos Mejía Godoy hará lo mismo con la Revolución Sandinista en Nicaragua.

En la década de los 70 la Canción Protesta tuvo un papel muy importante en Puerto Rico. La mayoría de los cantautores se dedicaban a criticar y a promulgar el disgusto que había en la isla con el gobierno de los Estados Unidos. Esta música fue ligada en esta época a los grupos y partidos que favorecían de la independencia de Puerto Rico.

La Canción Protesta en este país había sido influenciada por cantautores, cubanos, españoles y estadounidenses, entre otros. Uno de los precursores de la Canción Protesta en Puerto Rico es Noel Hernández, un músico autodidacta que con su voz y guitarra en mano, logró expresar su disgusto y dolor por la situación colonial que se vive en la isla. Algunas de sus composiciones son, Guerrillero Guerrillero y Cinco Hermanos Presos. En la actualidad la Canción Protesta se ha convertido es un método para expresar el sentir de la juventud en contra del sistema en el que viven, pero no hay la persecución política que había en la década de los 70.

Del mismo modo, en la década de los 80 aparecerá en Latinoamérica la banda musical chilena Los Prisioneros, cuyas canciones de protesta se convertirían en un referente obligado de los movimientos anti-dictatoriales (sobre todo en su país, cuyo gobierno era encabezado por el general Augusto Pinochet).

Mientras tanto, a partir de los 90 aparecerían bandas como Molotov, Manu Chao, y Mano Negra, cuyas canciones de protesta representarían a una gran cantidad de gente, hasta el día de hoy.

Sólo le pido a dios - León Gieco

Lo más valioso del tema cumbre de León Gieco es que es una súplica contra la indiferencia. El personaje quiere darle frente a todo y vivir con intensidad. Arremete contra el dolor, lo injusto, el engaño y la guerra. Aunque no es una canción religiosa, la presencia de dios en la letra hace del tema una especie de oración, especialmente cuando se canta en conciertos por causas sociales. Musicalmente es un tema articulado con todos los elementos de la Nueva Canción latinoamericana.
Canción con todos - Armando Tejada Gómez - César Isella
Es la canción del sueño latinoamericano. Con imágenes del paisaje de cada país, el tema eriza la piel de los más regionalistas. El mensaje es de unidad para América Latina, y aboga por el orgullo en lugar de la sumisión que dejó el pasado colonial. Si todos reman en la misma dirección, la esperanza será latente.

Gracias a la vida - Violeta Parra

La bella canción de la chilena Violeta Parra no replica las enseñanzas de Marx ni mucho menos. Es simplemente un canto a la vida. En un público anglo, Gracias a la vida es un ejemplo de folk music. En América Latina es parte esencial de la Nueva Canción latinoamericana. Lo profundo en la letra es que invita a fijarse en lo simple, para generar una revolución interior, que a la vez sirva como fuente para construir una mejor sociedad.

La maza - Silvio Rodríguez  - Aunque el significado de la canción es enigmático, La maza es el himno de las movilizaciones sociales en América Latina. En una entrevista a la revista chilena La bicicleta, el autor Silvio Rodríguez dijo que La maza es el artista, y la cantera es la inspiración. Los versos que explican la necesaria relación de maza y cantera son pura poesía, con imágenes contundentes. La canción es cubana pero suena naturalmente argentina en la versión de la gran Mercedes Sosa.

domingo, 19 de febrero de 2012

TEXTO ARGUMENTATIVO

El texto argumentativo tiene un claro objetivo, que es convencer. Para esto el emisor, o agente argumentador, hará uso de distintos elementos que apoyen sus ideas, como datos, opiniones, pruebas, etc. Estos serán sus argumentos. La tesis será la visión que el emisor quiere ver aceptada por el receptor.

Existen distintos tipos de argumentos que el emisor puede utilizar para persuadir al receptor. Los principales son:

- Analógico: Este tipo de argumento compara el punto de vista que se quiere imponer con otro hecho de similar naturaleza para una mejor comprensión.
- Autoridad: Este argumento utiliza el prestigio de alguien que sea autoridad en el tema o intelectualmente, reproduciendo su opinión. De este modo, si el destinatario está en contra de la postura del emisor, ahora también estará en contra de una personalidad importante, añadiéndole una carga más para que acepte su visión.

- Ejemplos: Casos concretos de cualquier índole servirán al argumentador para lograr su objetivo (anécdotas, metáforas, frases famosas, etc.).

- Presunción: Se basa en el principio de verosimilitud.

- Probabilidades: Este tipo de argumento es el más científico, fundamentándose en datos estadísticos de fuentes fidedignas.

El discurso argumentativo por lo general tiene una estructura, que consta de cuatro etapas:

- Presentación: Es la introducción de la tesis. Se define brevemente el tema que será argumentado.

- Exposición: En esta segunda etapa, los hechos son puestos sobre la mesa y son explicados. Puede darse en una forma monologada (el emisor expone ininterrumpidamente) o dialogada (existen réplicas de ambos lados durante la exposición).

- Argumentación: Es la base fundamental. Debe ocupar la mayor parte del discurso. Aquí el emisor utiliza sus argumentos para persuadir al receptor.

- Conclusión: Se sintetiza lo expuesto, resaltando los argumentos más importantes y/o convincentes

El texto argumentativo está presente en nuestra vida cotidiana, en las charlas de café, en la política, etc.

PEDRO CIEZA DE LEON

(CONQUISTADOR Y CRONISTA).
El tipo de Cieza de León es uno de los más interesantes y curiosos que registran los anales del siglo XVI, y una prueba de la gran fuerza moral y física deque disponían aquellos asombrosos Conquistadores. Casi todos los datos que tenemos de Cieza de León los hemos tomado del erudito prólogo que escribió el señor Marcos Jiménez dé la Espada, en la parte de las obras de Cieza que se ha publicado en Madrid, en la colección de la Biblioteca Hispano-ultramarítima.
Cieza era, como casi todos los más famosos conquistadores de América, extremeño, nacido en Llerena, se infiere que en 1518. Pasó á las Indias siendo muy joven: algunos dicen que dé trece años, pero tendría más, puesto que el primer lugar á donde arribó fué Cartagena, y las primeras a venturas propias que menciona fueron en las expediciones á que acompañó á los Heredias en aquella provincia, de 1535 para adelante.
Cieza fué soldado del Visitador Vadillo, y militó bajo sus banderas cando éste emprendió aquella famosa jornada por el Atrato arriba hasta llegar al valle del Cauca; jornada que yá se ha referido al hablar de Francisco Cesar, que murió en ella. Desbandada la expedición de Vadillo en Cali, Cieza tomó servicio bajo las órdenes de Jorge Robledo, al empezar el año de 1539, y fué amigo fiel de este desgraciado conquistador, hasta su muerte, Con él ayudó á fundar la villa de Santa-Ana de los Caballeros( hoy día Anserma), y la de Cartago, en 1540, en donde parece que permaneció algún tiempo.
Aunque nada se sabe de la familia y posición social de Cieza, sin duda había recibido buena educación antes de salir de su patria, puesto que, estando en Cartago, se le ocurrió escribir la relación de sus viajes y aventuras. "Sin una esmerada educación, dice Acosta, no se podría explicar ni la amenidad de su estilo, riqueza de las descripciones, ni, sobre todo, los sentimientos de humanidad que manifiesta hablando de los indígenas, en época en que este modo de pensar no era común,"
No obstante su trabajo de pluma, Cieza de León nunca descuidaba sus faenas militares; así, acompañó á Robledo en todas sus correrías de descubrimientos, en calidad de soldado, y como amigo se fué con él á través de toda la provincia de Antioquia hasta salir al golfo de Urabá, con el objeto de embarcarse para España á pedir la gobernación de los países conquistados por él. En San-Sebastián de Buena-Vista, Cieza cayó prisionero de los Heredias con su caudillo pero mientras que Robledo era remitido á Castilla, nuestro cronista logró que le dejasen partir libremente para el Istmo, llevando encargo del conquistador de Antioquia de defender su causa ante la cancillería de Panamá. Una vez cumplido este encargo, Cieza regresó á Popayán por la vía del Pacifico, y tomó servicio bajo Belalcázar; éste le concedió repartimiento en la villa de Arma y encomiendas de alguna importancia en aquel distrito. Alli volvió á tomar la pluma y se ocupó hasta 1545 en escribir cuantas noticias tenía de la tierra, de las costumbres y de cuanto sucedía en el país. Belalcázar le llamó otra vez á la vida militar hacia fines de 1545, con el objeto de ir á socorrer al Virey del Perú, Basco de Núñez; pero en la vía tuvo noticia Cieza de la aproximación al Valle del Cauca de su antiguo caudillo y querido amigo Jorge Robledo; nombrado Mariscal en España, y dejando a Belalcázar se devolvió con el fin de irse á juntar con aquél, Según se colige de sus Crónicas, Cieza procuró disuadir al Mariscal de sus ambiciosos planes; pero como no pudiera lograrlo, resolvió correr la misma suerte que su amigo y se puso bajo sus órdenes. Durante todas aquellas penosas campañas, refiere Cieza que, mientras en la noche descansaban los soldados de sus faenas, él se estaba levantado hasta tarde, escribiendo el diario de lo que había sucedido. Sin embargo, nuestro cronista no tuvo el dolor de presenciar la muerte de Robledo, pues éste le había dejado en Arma con el objeto de que le enviara todos los recursos posibles al campamento de la Loma del Pozo.
Temeroso Cieza de que Belalcázar se vengase de su lealtad al Mariscal, apenas tuvo noticia de la muerte de su caudillo, abandonó su casa y encomiendas y fué á buscar asilo en una cercana mina, en donde permaneció hasta que el Gobernador (ó por su órden) le mando que compareciese en Cali. Pero vanos habían sido sus temores, porque en 1547 estaba viviendo en Arma tranquilamente, entregado á sus quehaceres campestres y de pluma. A mediados de aquel año habiendo pasado á Cartago, tuvo Cieza noticia del famoso bando del Presidente La Gasca, en el cual invitaba á todos los Españoles de Indias á que fuesen á servir en el Perú, " no por premio," sino por lealtad al Rey. Sin duda el De León estaba yá hostigado de la vida casi salvaje que debía de llevar en aquella colonia, y aprovechándose con gusto de la partida de Belalcázar para ir á socorrer á La Gasca, partió también para el Perú. Se hallo en la Jornada de Xaquijaguana y en el castigo de Gonzalo Pizarro, y luégo pasó á Lima, en donde empezó á escribir una Crónica relativa á la historia peruana; Súpolo La Gasca, leyó y aprobó lo que había escrito el joven soldado de Belalcázar, y además, le nombró oficialmente Cronista de las Indias, ofreciéndole todos los recursos que necesitase en el país y facilitándole los papeles y documentos reservados que tenía. La Gasca hacía escribir, ó escribía personalmente, todas las noches, un diario de lo que había ocurrido en el día; diarios que aún se conservan en los archivos de España. Túvolos Cieza á la vista cuando escribió sus Crónicas del Perú, así como todos los documentos anteriores á la Conquista que pudo reunir, y todos los papeles oficiales de la Colonia; y viajó por todo el país con el objeto de observar los monumentos é interrogar á los Indios viejos acerca de las antiguas costumbres de los Incas.
En 1550 nusestro cronista entregaba al Virey del Perú la primera parte de su Crónica, y daba la última mano á la tercera y hasta la mitad de la cuarta. Al fin del mismo año se embarcaba con sus preciosos manuscritos para irlos á publicar en España. Mientras que mandaba á la prensa la primera parte de su obra, se ocupaba en escribir ,dos obras más: "Libro de las cosas sucedidas en las provincias que confinan con el mar Océano," y una "Historia de la Nueva España." Pero no se sabe si las concluyó, porque aunque habla de ellas en sus prólogos, no han parecido hasta el presente.
Una vez en su patria, Cieza de León vuelve á la oscuridad. Acaso por ser hombre de guerra y de pluma, y nada de corte, no logró el favor de los grandes y fué mirado con desdén por el Gobierno. Apenas logró que se publicase en Sevilla la primera parte de su Crónica (1553): las demás cayeron en el olvidó, de donde las exhumó el cronista dón Antonio de Herrera para aprovecharse de ellas, sin mencionar el nombre del autor; engalanándose así con plumas ajenas para cosechar laureles que debieron ser de otro. Cieza de León murió en 1560, pero no se sabe en qué fecha. El señor :Marcos Jiménez de la Espada, que ha revivido la fama de Cieza de León, con infatigable erudición, refiere que tan mala suerte tuvo nuestro cronista, aun en los tiempos modernos, que la “Relación de la sucesión y gobiernos de los Incas y otras cosas tocantes á aquel reino” ( que forma la 2.a parte inédita de sus obras ) fué atribuida por Prescott á aquel á quien Cieza la dedicó,-don Juan de Sarmiento, Presidente del Consejo de Indias,-por culpa de un escribiente; que al copiarla puso por en lugar de para.
Según el señor Espada, la obra de Ciezá " es la más concienciosa: y más completa que sé ha escrito de las regiones sur-americanas." Dice que se manifestó geógrafo, naturalista, etnógrafo, historiador y sabio observador de cuanto vió y oyó decir en esa tierra virgen; fué filósofo, prudente, juicioso y sano en sus principios; enérgico, perspicaz, activo y laborioso. Conoció personalmente á la mayor parte de los Conquistadores, y, por consiguiente, puede decir la verdad de todos ellos. Su lealtad al Rey era tal, que jamás disculpaba á los que llegaban á desobedecer á sus mandatos, aun que éstos fuesen injustos: "Lealtad al Rey (dice el señor Espada) significaba entonces lo que hoy significa el honor, y el rebelarse contra su voluntad augusta y sacra, ser traidor á la patria, cuyo símbolo era la corona." Aunque llegó hasta aplaudir las crueldades de los realistas para con los Españoles rebelados, tué fan imparcial con los indígenas, que Prescott le elogia por sus juicios, siempre benévolos acerca de las razas indígenas, diciendo que si en Cieza "no se descubre la llama abrasadora del misionero, sí se encuentra el rayo generoso de la filantropía, que envuelve tanto al conquistador como al conquistado, considerándoles hermanos."
Repetimos que el tipo de Cieza es muy interesante, porque muestra á las claras, una vez más, que todos los Conquistadores no eran como les pintan muchos: soldados ignorantes é inhumanos; sino que frecuentemente se encontraba entre ellos, no solamente caballeros hidalgos, sino también letrados, eruditos y hombres de ciencia y de altos principios de humanidad.

BIOGRAFÍA




Miguel de Cervantes Saavedra


El insigne escritor, gloria de las letras españolas, nació el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares (Madrid). Cuarto hijo del cirujano Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas. Cuando contaba 4 años de edad se trasladó con su familia a Valladolid, ciudad donde estaba afincada la corte del rey de España, Felipe II. En el año 1561 la corte fue trasladada a Madrid, en donde la familia Cervantes se traslada también. Poco se sabe de los estudios que cursara Miguel en su infancia y adolescencia, pero no parece que fueran los que hoy llamamos universitarios. Se sabe que asistió a un colegio de jesuitas pero se ignora la ciudad, aunque se sospecha que fue durante su estancia en Valladolid. Ya en Madrid, parece ser que fue maestro suyo Juan López de Hoyos, destacado literato de la época. Con poco más de veinte años se fue a Roma al servicio del cardenal Acquaviva. Recorrió Italia, se enroló en la Armada Española y en 1571 participó con heroísmo en la batalla de Lepanto, "la más grande ocasión que vieron los siglos". En la batalla de Lepanto, que es donde comienza el declive del poderío turco en el Mediterráneo, formaban el frente cristiano: la marina española; el estado del Vaticano; y el estado de Venecia. Allí fue en donde Cervantes, a consecuencia de un disparo de arcabuz recibido en el pecho y en el brazo izquierdo, perdió gran parte de la movilidad de éste, por lo que fue llamado el Manco de Lepanto.


PRIMERA PARTE

CAPÍTULO 1: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo D. Quijote de la Mancha

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura, para comprar libros de caballerías en que leer; y así llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva: porque la claridad de su prosa, y aquellas intrincadas razones suyas, le parecían de perlas; y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafío, donde en muchas partes hallaba escrito: la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura, y también cuando leía: los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas se fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza. Con estas y semejantes razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas, y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara, ni las entendiera el mismo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianis daba y recibía, porque se imaginaba que por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales; pero con todo alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma, y darle fin al pie de la letra como allí se promete; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran.
Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar (que era hombre docto graduado en Sigüenza), sobre cuál había sido mejor caballero, Palmerín de Inglaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del mismo pueblo, decía que ninguno llegaba al caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar, era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada condición para todo; que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga.
En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
Decía él, que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero; pero que no tenía que ver con el caballero de la ardiente espada, que de sólo un revés había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor estaba con Bernardo del Carpio, porque en Roncesvalle había muerto a Roldán el encantado, valiéndose de la industria de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los brazos. Decía mucho bien del gigante Morgante, porque con ser de aquella generación gigantesca, que todos son soberbios y descomedidos, él solo era afable y bien criado; pero sobre todos estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuando le veía salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en Allende robó aquel ídolo de Mahoma, que era todo de oro, según dice su historia. Diera él, por dar una mano de coces al traidor de Galalón, al ama que tenía y aun a su sobrina de añadidura.

Obra literaria

- Introducción
Francisco de Quevedo y Villegas nació en Madrid y participó activamente en la corte y en las intrigas de la corte por las que fue desterrado y condenado a tres años de cárcel. Destacó no sólo por sus actividades políticas sino también por sus actividades políticas.

Fue amigo de Cervantes y de Lope de Vega pero un abierto enemigo de Góngora.

II.- Estilo

La obra de Quevedo destaca por su originalidad, no sólo en los temas sino también en el uso de la lengua. Fue el máximo exponente del estilo conceptista.

Es de destacar en relación con su manejo de los recursos literarios el empleo de metáforas originales, bien con una finalidad embellecedora o degradante. También llama la atención el uso inusual que hace de los tipos de palabras. Así utiliza por ejemplo verbos con valor sustantivo y sentido diferente del original. Recurre también frecuentemente a los juegos de palabras a través de la hipérbole, la antítesis, paradojas y polisemias

Poema A Una Adúltera  - de Francisco de Quevedo




Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido
El adulterio la vergüenza al cielo,
Pues que tan claramente y tan sin velo
Has los hidalgos huesos ofendido.
  Por Dios, por ti, por mí, por tu 
marido,
Que no sepa tu infamia todo el suelo:
Cierra la puerta, vive con recelo,
Que el pecado nació para escondido.
  No digo yo que dejes tus 
amigos,
Mas digo que no es bien que sean notados
De los pocos que son tus enemigos.
Mira que tus vecinos, afrentados,
Dicen que te deleitan los testigos
De tus pecados más que tus pecados.



La poesía grave:

§  Poemas metafísicos sobre el Sentido de la vida, la muerte o el paso del tiempo 

§  Poemas morales que versan sobre el poder o la fortuna 

§  Poemas amorosos en los que combina tópicos petrarquistas y su apasionamiento personal logrando así una expresividad increíble

La poesía como juego de ingenio

§  Poemas satíricos que destacan por la experimentación lingüística, su visión crítica de la sociedad y la perspectiva burlesca y disparatada 

§  Los temas son de lo más variado y son en su mayoría sátiras sobre Góngora

Fragmento de las primeras crónicas de Indias

Tal día como hoy, en 1492, 90 marineros a bordo de tres carabelas —La Pinta, comandada por Martín Alonzo Pinzón; La Niña, capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón, y La Santa María, liderada por Cristóbal Colón (en la imagen)— iniciaron su primer viaje al Nuevo Mundo, en un intento de dar con una ruta más corta a la India. El punto de partida de la expedición fue el puerto de la localidad onubense de Palos de La Frontera, aunque otras fuentes señalan que ésta zarpó realmente de Pals d'Empordà (Girona).

El 21 de octubre de aquel mismo año, nueve días despúes de que el vigía Rodrigo de Triana avistase la isla de Guanahani (Bahamas), Colón escribió en su diario lo que podría considerarse las primeras crónicas de las Indias, con permiso de Antonio de Solís y Rivadeneyra (1610-1686), quien redactó la primera crónica oficial. A continuación, se reproduce un fragmento del dietario del almirante, que resume los hechos inmediatamente posteriores al desembarco, al tiempo que alude a la fauna y la flora de Guanahani.

Se trata, por tanto, de la descripción más antigua que se conoce de las tierras americanas.

«A las 10 horas llegúe aquí al cabo del isleo y surgí, y asimismo las carabelas. Y después de de haber comido fui en tierra, donde aquí no había otra población que una casa, en la cual no hallé a nadie, que creo con temor se habían huido, porque en ellas estaban todos sus aderezos de casa. Yo no les dejé tocar nada, salvo que me salí con estos capitales y gente a ver la isla; que si las otras ya vistas son muy hermosas y verdes y fértiles, ésta es mucho más y de grandes arboledos y muy verdes. Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboledo en maravilla, y aquí y en toda la isla son todos verdes y las hierbas como el abril en Andalucía; y el cantar de los pajaritos que parece que el hombre nunca se quería partir de aquí, y las manadas de los papagayos que oscurecen el sol; y aves y pajaritos de tantas maneras y tan diversas que es una maravilla. Y después hay árboles de mil maneras y todos dan de su manera fruto, y todos huelen que es maravilla, que yo estoy el más penado del mundo de no los conocer porque soy bien cierto que todos son cosa de valía y de ellos traigo la demuestra, y asimismo de las hierbas. Andando así en cerco de una de estas lagunas, vi una sierpe, la cual matamos y traigo el cuero a Vuestras Altezas. Ella como nos vio se echó en la laguna, nos le seguimos dentro, porque no era muy honda, hasta que con lanzas la matamos; es de siete palmos en largo; creo que de estas semejantes hay aquí en estas lagunas muchas. Aquí conocí del lignaloe y mañana he determinado de hacer traer a la nao diez quintales, porque me dicen que vale mucho. También andando en busca de muy buena agua, fuimos a una población aquí cerca, adonde estoy surto media legua, y la gente de ella, como nos sintieron, dieron todos a huir y dejaron las cosas y escondieron su ropa y lo que tenían por el monte. Yo no dejé tomar nada, ni la valía de un alfiler. Después se llegaron a nos unos hombres de ellos, y uno se llegó aquí. Yo di unos cascabeles y unas cuentecillas de vidrio y quedo muy contento y muy alegre; y porque la amistad creciese más y los requiriese algo, le hice pedir agua, y ellos, después que fui en la nao, vinieron luego a la playa con sus calabazas llenas y holgaron mucho de dárnosla. Y yo les mandé dar otro ramalejo de cuentecillas de vidrio, y dijeron que mañana vendrían acá. Yo quería henchir aquí toda la vasija de los navíos de agua; por ende, si el tiempo me da lugar, luego me partiré a rodear esta isla hasta que yo haya lengua con este rey y ver si puedo haber del oro que oigo que trae, y después partir para otra isla grande mucho, que creo que debe ser Cipango, según las señas que me dan estos indios que yo traigo, a la cual ellos llaman Colba, en la cual dicen que hay naos y mareantes muchos y muy grandes, y desta isla hay otra que llaman Bohio, que también dicen que es muy grande. Y a las otras que son entremedio veré así de pasada, y según yo hallare recaudo de oro o especería determinaré lo que he de hacer Mas todavía tengo determinado de ir a la tierra firme y a la ciudad de Quisay, y dar las cartas de Vuestras Altezas al Gran Can y pedir respuesta y venir con ella.»